Jesús en vitrina - Hilma Contreras
Jesús en vitrina En un zaguán había tres jóvenes sentados. Uno a uno fueron llegando silenciosos y con el ceño fruncido. Cuando el último se dejó caer en la mecedora, los otros dos exclamaron: —¡Romance sin palabras! —¿Eh? –gruñó el recién sentado. Pero tan sin palabras era el romance que los tres pensamientos se hicieron trizas en una misma carcajada. Eran tiempos de pascuas; de cielo azulísimo, profundo y denso. El aire, un airecillo fisgón y frío, metía su nariz impertinente en la intimidad de todos. En unos, duplicándoles la alegría de vivir, y en otros, hincándoles más en el alma la espina de la vida. Los tres jóvenes se miraron. —Riámonos de nosotros mismos –insinuó Wenceslao–. Después de todo, burlarse de la vida es ya vivir. La más morena de las dos muchachas agregó: —Sí y se llora por dentro. No –profirió con mayor severidad–, no, ¿sacia el hambre alimentarse de su propia sangre? ¡Por Dios Santo, que si la comida no mejora, cambio de pensión! —Emelina ti...